ZOMBIS, VAMPIROS, REVIVIDOS Y RESUCITADOS...
Es curioso como en estos últimos tiempos abundan las películas y series en torno a lo que podríamos llamar "vida después de la muerte", por lo que igual conviene establecer un par de puntos para ver las diferencias que hay entre unas y otras y, de esta manera, apuntar un poco más exactamente a qué nos referimos cuando en la fiesta de Pascua decimos que Jesús resucita, con lo que vence a la muerte y fundamenta nuestra fe y esperanza, pues esperamos compartir esa misma resurrección. Así, pues, vayamos al tajo.
ZOMBIS
Seguro que esa palabra os evoca imágenes de gente medio putrefacta, andando a paso de tortuga y con una curiosa afición por comer carne humana. En ocasiones incluso se plantea como una enfermedad contagiosa, de manera que si un zombi te muerde te volverás uno de ellos al poco tiempo.
En realidad, la palabra "zombi" proviene de algunos ritos del vudú en Haití, y se refiere a un muerto que mediante la acción de un hechicero es devuelto a la vida pero sin alma, con lo que queda sometido a la voluntad del hechicero y no se da cuenta de su propia existencia ni estado.
Esto ha sido retomado, un tanto "sui generis", por la literatura y, especialmente, la industria del cine y la televisión de la manera que seguramente os suena más; sirvan como ejemplo The walking dead o Resident evil.
VAMPIROS
Primero: LOS VAMPIROS NO EXISTEN. Bueno, dicho esto veamos qué son.
Un vampiro es un ser que carece de alma, inmortal, no cambia de aspecto y que se alimenta de la sangre (normalmente se cree que de personas, a las que muerde con unos colmillos adaptados al efecto...).
Existen muchos mitos y leyendas en torno a esta figura, que ha sido mil veces escrita, dibujada o llevada a la pantalla, principalmente bajo la personalidad del "Conde Drácula". En casi todas coincide en ser vulnerable al ajo, el agua bendita, las cruces y, especialmente, a la luz del sol y a que una estaca le atraviese el corazón, con lo que es destruido (no puede morir porque ya está muerto...)
Su inmortalidad es un pasar un día tras otro sin parar, con lo que se da cuenta del paso de los años (y los siglos, en algunos casos).
REVIVIDO
Sencillamente, es alguien que ha estado momentáneamente muerto y que, de una manera u otra, es devuelto a la vida. Seguro que la figura que más os suena es la de alguien a quien los médicos dan descargas con el desfibrilador logrando que el corazón vuelva a latir.
En este caso la persona, más allá del tremendo susto para él y los suyos, no experimenta ningún cambio en su existencia, dado que es el mismo de antes de la "casi-muerte", con sus mismas cualidades y defectos, y con el paso de los años llegará a morir de manera definitiva.
El ejemplo más famoso de revivido que tenemos en la Biblia es el de Lázaro, el amigo de Jesús, hermano de Marta y María, que después de estar tres días muertos y ya enterrado es devuelto a la vida por Jesús. Erróneamente se llama a este milagro la "resurrección de Lázaro", pero en realidad Lázaro, como veremos más tarde, no resucita; la tradición dice que Lázaro murió varios años después.
RESUCITADO
Resucitar significa "volver a suscitar", o de otra manera más llana, volver a existir de una manera totalmente nueva sin dejar de ser el mismo de antes. En toda la historia solo tenemos un caso documentado de resurrección: la de Jesús.
Esta nueva manera de existir de Jesús es tan novedosa, tan misteriosa, tan inexplicable, que resulta casi imposible poder describirlo de tal manera que se pueda ni siquiera intuir en qué consiste exactamente, pero los evangelistas se las apañaron para darnos unas cuantas pistas que nos permiten hacernos una ligera idea y, de paso, diferenciarlo de los casos que hemos descrito antes.
Lo primero que quieren dejar claro es que Jesús no es un fantasma, un alma que vaga entre este mundo y el otro, por lo que a menudo pide algo de comer cuando se aparece a sus discípulos tras su resurrección (o eso, o que resucitar da mucha hambre...)
Segundo, no es un espíritu surgido del cuerpo muerto de Jesús ni otra persona, por lo que siempre enseña las llagas de los clavos y la lanza: el que estaba en la cruz es el mismo que se presenta ahora.
Tercera, Jesús sobrepasa nuestras dimensiones, nuestro mundo, es algo totalmente nuevo y diferente. Por ello remarcan que no el reconocen, parece que atraviesa paredes (aperece en medio de todos cuando las puertas y ventanas están cerradas....)
Cuarto, Jesús es consciente de todo lo que hace: habla directamente con las personas, a las que llama por su nombre, y tiene un mensaje claro y definido. En este sentido no es un zombi.
Quinto, Jesús parece estar en varios sitios a la vez, pues a la vez que se presenta a las mujeres está con los discípulos de Emaús. En otras palabras, al resucitar Jesús supera las barreras del espacio y el tiempo, con lo que no es un vampiro.
Finalmente, Jesús no muere más, dado que ha vencido a la muerte (otro día explico esto). Por ello vemos que no es un revivido como Lázaro.
CONCLUSIÓN
Los cristianos creemos que estamos llamados a compartir el mismo destino de Jesús, esto es, resucitar algún día. Por ello no seremos zombis, porque nos daremos cuenta de todo. Tampoco vampiros, dado que no necesitaremos hincarle el diente a nadie, como tampoco percibiremos el paso del tiempo (la eternidad no son muchos siglos, uno después de otro, sino la ausencia total de espacio y tiempo, solo aquí y solo ahora).
Tampoco aspiramos a revivir, porque nos quedamos como antes de morir. Tampoco contemplamos la reencarnación, dado que eso supone renunciar a la unidad de nuestro cuerpo, tan importante en toda la Biblia.
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