¿POR QUÉ MATAN A JESÚS, SI PENSABAN QUE ERA EL MESÍAS?

Puede sorprender que el Domingo de Ramos los habitantes de Jerusalén reciban a Jesús entre aclamaciones para, pocos días después, pedir a gritos su condena a muerte; es más, piden para él la peor de las muertes, la crucifixión, reservada para la peor calaña de la tierra.

La razón de este cambio repentino de opinión está, principalmente, en dos factores: la pretensión de Jesús (las cosas que dice, hace y cómo las dice y hace) y el concepto de Mesías que tenía el pueblo. Vayamos por partes.

Jesús tiene una serie de características especiales en la manera en que lleva a cabo su misión, que es anunciar que el Reino de Dios llega con Él (pero aún está por llegar plenamente, pero de eso hablamos otro día...). Por no alargarnos aquí, simplemente esbozaremos un poco los rasgos principales de su actuación:
 - Llama a sus discípulos, cuando lo normal era que los discípulos pidieran a un rabino o maestro que les dejara seguirles. Además, esta llamada es exigente, implica a toda la persona y requiere una respuesta inmediata.
 - Usa el "Yo" de manera enfática, en el sentido que los profetas dicen "Palabra de Yahveh" o "Dice Yahveh", pero JEsús dice "Yo digo". Por lo tanto, se pone en el lugar de Dios.
 - Corrige la interpretación de la Escritura, de la Ley de Moisés, que hacen las autoridades religiosas de su época. Así, afirma que "se os dijo..., pero yo os digo". Es más, no quiere anular la Ley de Moisés, sino que pretende darle pleno cumplimiento no en tanto a seguirla a pie juntillas, sino en seguirla plenamente en su espíritu (como en la cuestión de curar enfermos en sábado, que en teoría no podía hacerse).
 - Asegura tener una relación filial directa con Dios, es decir, ser Hijo de Dios, que si bien no lo dice así a las claras, queda claro por el uso de la palabra "Abba", que usaban los niños para dirigirse a sus padres, para referirse a Dios.
 - Se acerca a enfermos, publicanos, pecadores, niños, mujeres..., que en su época eran los rechazados de la sociedad. También habla y ayuda a extranjeros, lo cual no deja de ser escandaloso para sus coetáneos.
 - Finalmente, se atreve a purificar el Templo, es decir, echar a los mercaderes del atrio del Templo de Jerusalén y "echar la bronca" a los sacerdotes, escribas y levitas por el uso que hacen de la religión, y en concreto del Templo.

Todo esto hace que rápidamente se gane enemigos poderosos, que no le atacan antes por el aprecio que le tiene el pueblo, y aquí viene la segunda parte: el concepto de Mesías que tenía el pueblo.

En tiempos de Jesús la gente esperaba de manera inminente la llegada del Mesías, pero el concepto que tenían, la figura que esperaban, era un nuevo Rey David, que liberara a Israel del poder de los pueblos extranjeros, en concreto de los romanos, y le devolvieran al reino de Israel sus glorias pasadas. Por eso le reciben como le reciben: como el futuro rey de Israel.

Pero, mira tú por donde que Jesús no quiere ese reino. Es más, afirma que hay que amar a los enemigos, cura al criado de un centurión y dice que "hay que pagar al César lo que es del César", en el sentidoq ue política y religión no deben confundirse en cuanto a obligaciones.


El pueblo se decepciona, y ya sabemos que las multitudes cambian de parecer rápidamente, como se demuestra con las aficiones del fútbol, que una semana aclaman a su equipo y a la semana siguiente piden la dimisión del entrenador y del presidente, a parte de insultar a los jugadores. Si a esto le unimos los tejemanejes de las autoridades religiosas, ya tenemos la trama montada...

En resumen, Jesús muere por ser fiel a su misión, no ceder a la voluntad del pueblo y no huir ante la más que previsible muerte que conllevaba seguir su misión hasta el final.

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